sábado, 1 de marzo de 2014

MI RINCÓN


Todas las madres queremos ser las mejores para nuestros hijos. Queremos estar siempre de buen humor, con ganas de jugar y reír. Tener mil ideas de actividades súper creativas y educativas para hacer con nuestros niños, y tiempo para hacerlas. Con la casa siempre impecable y la comida siempre lista a su hora y perfectamente adaptada a las necesidades nutricionales de nuestros hijos, verdad?
Además de todo esto, queremos vernos guapas, sin ojeras, con un pe
inado bonito, las uñas perfectas y las cejas, como mínimo, que no le haga falta un cortacésped.


Pues os aseguro que eso sólo es posible en la imaginación,
o en los dibujos animados como Caillou, en los que los niños juegan solos mientras la mamá hace yoga y el papá prepara la comida. Dónde el
snack favorito de esos niños no son las chuches o el chocolate, sino los palitos de apio y zanahoria,  jajaja, yo no puedo ni pronunciar esas palabras sin crear un conflicto de proporciones catastróficas en mi casa. Tienen una niñera increíble, dinero para pagarle cuando quieren salir a cenar (a un sitio que no sea McDonald’s, un sitio de papás, romántico y tranquilo), los abuelos a la vuelta de la esquina, o si no el vecino, que es encantador y siempre dispuesto a ayudar. Sí claro, la vida ideal. Y ya no os hablo de la casa, el jardín,… porque me da la risa otra vez, jajaja.
La vida real no es tan ideal...
En la vida real, la mamá hace yoga imaginario cogiendo a la niña pequeña en brazos para que no llore, mientras remueve la sopa (que no se van a comer porque tiene cosas verdes) y a la vez le da agua a la mayor (porque si se la pone ella, tendríamos que añadir fregar el suelo a todas las tareas). Niñera no tenemos porque no hay dinero para pagarla y si salimos a cenar, es  a McDonald’s, con las niñas, claro. Los abuelos, si los tenemos cerca, están encantados de quedarse con sus nietos, pero si no tenemos la suerte de estar en casa con los niños porque trabajamos, ya los tienen bastante horas al día como para dejárselos también para ir a cenar (además de que tampoco hay dinero).
Eso es la vida real, no es ideal, pero es la que nos ha tocado vivir.
No podemos hacer nada para remediarlo, pero podemos llevarlo de mejor o peor forma. Si pretendemos que nuestra vida se parezca a la de Caillou, nos pasaremos la vida luchando y deprimidas porque no lo conseguiremos. Seamos realistas, no podemos tenerlo todo, prioricemos. Lo más importante son los niños, pero todo a su alrededor tiene que funcionar medianamente bien, seamos sinceros. Tenemos que estar felices y contentas, para trasmitir esa felicidad a nuestros hijos.


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