Esta noche tengo ganas de escribir.
Pensaba que podría ser
una noche fructífera. Me he sentado frente al ordenador, he empezado a abrir
documentos donde guardo las ideas para próximos posts (que son bastantes) y no
he podido escribir nada, estoy en blanco. Cómo puede ser?
Sigo con ganas de escribir. He abierto un documento nuevo y
he empezado así:
Menudo comienzo, no?
No es que esté deprimida en el peor sentido. Es solo que
está acabando una etapa de mi vida y me cuesta un poco aceptarlo.
Ya tengo redactada la carta con la última prórroga de mi
excedencia, ya no hay posibilidad de más. Eso significa que tendré que volver a
mi puesto de trabajo y separarme de mis niñas.
Faltan todavía 6 meses, que parecen mucho tiempo, pero
después de los casi 36 meses que llevo con ellas, me parece que está ahí, a la
vuelta de la esquina.
Sé que soy una privilegiada, que he podido disfrutar de 3
años dedicada a mis hijas exclusivamente, que no me he perdido ni un segundo de
su crecimiento. Le he dado el pecho dos años a mi hija pequeña y he disfrutado
de la primera etapa escolar de mi hija mayor.
Estoy orgullosa de estos 3 años, que han sido posibles
gracias, sobre todo, al gran esfuerzo de mi marido, que ha estado haciendo
horas extras para poder llegar a todo. Hemos ahorrado y recortado de donde
hemos podido (hasta en bragas y sujetadores, que después de 6 meses desde que
dejé de dar el pecho, sigo usando los sujetadores de lactancia, jejeje)
Pero ya no se puede más, todo sigue subiendo, menos el
sueldo de mi marido, que sufre recorte tras recorte, como el de todos.
Así que toca resignarse, hacerse a la idea, y levantarse
mañana pensando en la suerte que tengo, que tengo 6 meses por delante para
estar con mis hijas y disfrutar de ellas al máximo.
Parece que esto era lo que tenía ganas de escribir, ahora me
siento algo mejor. Necesitaba desahogarme.
Gracias por estar ahí.