Todas las madres queremos ser las mejores para nuestros
hijos. Queremos estar siempre de buen humor, con ganas de jugar y reír. Tener mil
ideas de actividades súper creativas y educativas para hacer con nuestros
niños, y tiempo para hacerlas. Con la casa siempre impecable y la comida
siempre lista a su hora y perfectamente adaptada a las necesidades
nutricionales de nuestros hijos, verdad?
Además de todo esto, queremos vernos guapas, sin ojeras, con
un pe
inado bonito, las uñas perfectas y las cejas, como mínimo, que no le haga
falta un cortacésped.Pues os aseguro que eso sólo es posible en la imaginación,
o en los dibujos animados como Caillou, en los que los niños juegan solos mientras la mamá hace yoga y el papá prepara la comida. Dónde el
La vida real no es tan ideal...
En la vida real, la mamá hace yoga imaginario cogiendo a la
niña pequeña en brazos para que no llore, mientras remueve la sopa (que no se
van a comer porque tiene cosas verdes) y a la vez le da agua a la mayor (porque
si se la pone ella, tendríamos que añadir fregar el suelo a todas las tareas). Niñera
no tenemos porque no hay dinero para pagarla y si salimos a cenar, es a McDonald’s, con las niñas, claro. Los
abuelos, si los tenemos cerca, están encantados de quedarse con sus nietos,
pero si no tenemos la suerte de estar en casa con los niños porque trabajamos,
ya los tienen bastante horas al día como para dejárselos también para ir a
cenar (además de que tampoco hay dinero).
Eso es la vida real, no es ideal,
pero es la que nos ha tocado vivir.
No podemos hacer nada para remediarlo, pero podemos llevarlo
de mejor o peor forma. Si pretendemos que nuestra vida se parezca a la de
Caillou, nos pasaremos la vida luchando y deprimidas porque no lo
conseguiremos. Seamos realistas, no podemos tenerlo todo, prioricemos. Lo más
importante son los niños, pero todo a su alrededor tiene que funcionar
medianamente bien, seamos sinceros. Tenemos que estar felices y contentas, para
trasmitir esa felicidad a nuestros hijos.